Cada año en torno a la fiesta de la Conversión del apóstol san Pablo, la Iglesia celebra un octavario de oración por la unidad de los cristianos. Este año bajo el lema: “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” (Jn 15, 5-9).
Aprovechando este tiempo especial de oración, tuvo lugar en la capilla mayor de nuestro Seminario un acto ecuménico presidido por nuestro arzobispo don Francisco Cerro Chaves. Fue organizado por el secretariado de la diócesis de Toledo para el diálogo interreligioso y ecuménico, a cuya cabeza se encuentra don Juan Manuel Uceta. Esta celebración fue la primera de estas características celebrada en nuestra diócesis por parte de este secretariado.
En ella se unieron en oración, de manera sencilla pero sincera, nuestra Iglesia Católica con la Iglesia Ortodoxa. Asistió en nombre de ésta una representación de la comunidad ortodoxa rumana presente en la diócesis de Toledo con el padre Alexandru Iulian a la cabeza, párroco de la iglesia ortodoxa de Toledo. Estaba también prevista la asistencia de su homónimo en Talavera de la Reina, aunque debido a las restricciones sanitarias, finalmente no pudo participar en la celebración.
Consistió la misma en el rezo de las segundas vísperas del III domingo del tiempo ordinario (desde el pasado año conocido como domingo de la Palabra de Dios). Antes de iniciar la celebración litúrgica, el padre Alexandru dirigió unas palabras a la asamblea. Se intercalaron en la oración los cantos de los seminaristas con el de los ortodoxos. Fue muy emotivo el momento del rezo del Padrenuestro, que cada uno hizo en su propia lengua.
“Ved qué delicia orar los hermanos unidos” (Sal 123, 1). Fueron las hermosas palabras que resonaron en el recinto sagrado, en el cual ambas iglesias rezaron juntas pidiendo que Dios nos lleve a la unidad plena.
Al finalizar la ceremonia, hubo un intercambio de regalos. El Sr. Arzobispo obsequió a la comunidad ortodoxa rumana con un plato cerámico fabricado en Talavera que conmemoraba este acto. Así mismo el padre Alexandru entregó a don Francisco un icono en el que se representa la Última Cena.
Los orígenes de esta semana de oración se remontan a 1908, año en el que se celebra por primera vez, promovida por el padre Paul Wattson, que en ese momento era aún episcopaliano. Años más tarde esta iniciativa sería acogida por nuestra Iglesia Católica. Fue el Papa Pío X el que bendijo oficialmente esta idea y Benedicto XV “alentó su observancia en toda la Iglesia Católica Romana”.