Ante la recepción de Órdenes Sagradas a uno solamente se le vienen dos palabras a la mente y al corazón: agradecimiento y fidelidad. Me siento muy agradecido al Señor por todos estos años de ilusión, llamada, formación, prueba… Jesucristo es el que nunca falla y, en todos estos años de seguimiento, uno se da cuenta de lo poco que ha hecho y lo mucho que ha hecho Jesucristo por él. Él es el que llama y el llamado solamente puede estar agradecido por un don tan tremendo. Y de la mano del agradecimiento está la fidelidad: Cristo es el fiel, el que llama y nunca se echa atrás en esa llamada. Y, ante esta vocación tan grandiosa, le pido a Jesucristo, para mí y para todos los que nos ordenamos este día, que nos haga fieles como Él es Fiel. Os pido que recéis por nosotros y por todos los seminaristas y sacerdotes.