El pasado 29 de febrero fue uno de los días más inolvidables de la vida del seminario. Cada vez que se ejecuta la sucesión apostólica en nuestra diócesis, el seminario vibra de forma especial, como corresponde al «corazón de la diócesis».
Todo comenzó con la recepción de numerosos obispos que se alojaron en nuestro seminario. De los casi 60 obispos que participaron en la toma de posesión de la archidiócesis primada por D. Francisco Cerro, cerca de la mitad se alojaron desde la noche anterior en nuestra casa.
Llegado el momento de la celebración, en la mañana del sábado, prácticamente todos los seminaristas tenían alguna función litúrgica. Desde los que acompañaron en la entrada con el palio, pasado por los acólitos de la Misa, hasta la Schola Cantorum que había estado toda la semana anterior ensayando junto a los otros coros de la celebración.
En definitiva, un día que no olvidaremos fácilmente y en el que comenzó este nuevo pontificado por el que oramos fervientemente desde el Seminario de Toledo.