El miedo inunda cada espacio de este alma hambrienta,
y las dudas vuelven como cada mal día para abordar el barco de mi mente.
Pero si no es con miedo, ni es con dudas insalvables, ¿cómo debo seguirte?
¡Alegre! Como el saltar del agua entre las piedras del arroyo,
como su correr monótono en las fuentes de leones.
¡Alegre! Como el danzar de las hojas con el viento en la mañana otoñal,
como el chocar del fruto con la tierra en la tarde primaveral.
¡Alegre! Como el brillar de la verde hierba iluminada por el Sol,
como el frescor de su olor tras una lluvia fugaz.
¡Alegre! ¡Me quieres ver alegre!
Y aunque no haya sonrisa para describir el resonar de tu voz,
tu invitación hace rebosar cada rincón de este muchacho en construcción
y el amor enloquecedor hace estallar este metálico corazón
para saltar y correr, y danzar y chocar, y brillar y refrescar, y perdonar y amar…
Lo hace estallar de alegría para seguir suplicando
una corona y unos clavos, una lanza y un madero.
Y así; descalzo, en silencio, levantado, saltando, cayendo, confiando,
libre y alegre… junto a Ti… camino del Calvario.