Aun sin que el sol abandone su solio y los ángeles dejen su coro, los querubines salten del retablo y los santos se encaminen de nuevo a los Cielos, las almas de la lira callen y los espíritus del incienso cesen, los hombres se arrodillen y los sacerdotes digan “in vitam aeternam”, antes de que el fiel debute su “Anima Christi”, yo aún desciendo del Paraíso, me acrisolo como estrella que se encarna en meteorito y de súbito vuelvo a estar en la tierra, rodeado de criaturas. Y hace solo un momento podía estar con Dios.

¡Qué belleza la de la liturgia cuando se vive bien y se toma con normalidad! ¡Qué grandeza la de Dios cuando se acerca al banquete que ha dispuesto para el hombre y se sienta y come con él! ¡Qué incalculable precio el de su amistad y amor hacia nosotros, qué insondable en sus proyectos y qué laudable su obra toda! Las lágrimas acuden a mis ojos y entono: “¿ Cómo pagaré al Señor el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación invocando su nombre».

Sí, eso es, proclamaré tu nombre día tras día. Queridos teófilos, es inconmensurable todo el bien que el Señor hace al alma de aquellos que le aman, porque le correspondan simplemente, sino porque se abren a su acción misteriosa. “Vale más un día en tus atrios, que mil en mi casa”, porque en presencia del Señor “se estremece la tierra», de júbilo, de honor, de respeto, de gloria. ¡Cuán grande es, Señor, tu amor, cuán grande!

¿Qué más puede decir un seminarista que sale de ejercicios? ¿Qué más puede señalar una pobre alma que se emociona en la misa de los Santos, que llora a sus difuntos, que medita los misterios de la vida del Señor y arde en deseos de seguir a Cristo, como ya antaño hicieran san Ignacio y san Francisco, como ya hicieran los Apóstoles en Galilea, como ya hiciera María cada día de su vida…? No, no más se puede añadir a las inmensas gracias y alabanzas que al Señor quiero dar y me gustaría que os unierais a mí, caros teófilos, que alabar a Dios a varias voces más bonito es y tanto más de Dios alcanza.

Gracias, Señor, por tus misericordias, gracias, Señor, por tu inmenso amor, gracias, Señor, gracias.

By wsmayor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies